domingo, febrero 10, 2008

MARAS, UNA AMENAZA REGIONAL Parte 3

República Mara
Tatuajes, resentimiento y sangre. Desprecio por la vida, miseria y drogas. Un cóctel mortal que ha estallado en Estados Unidos, México y Centroamérica.

Más de 200.000 jóvenes se refugian en las pandillas latinas, también conocidas como maras, consideradas por el FBI como la manifestación del crimen más violenta de América.

Detrás de sus cuerpos cubiertos de símbolos, letras y dibujos, estos hombres y mujeres de entre 15 y 30 años de edad esconden el desprecio por la vida. Todo ello queda evidenciado en actos tan sencillos como la obtención de un mero tatuaje. Para conseguir un tatuaje distintivo de la mara, habrá que cumplir determinadas tareas violentas. Los dibujos más exclusivos tan sólo se obtienen después de un asesinato y aquellos que tienen el sello de líder llevan impreso la sangre de un policía.

MS y el número 13 son tatuajes sinónimos de pertenencia a la Mara Salvatrucha, la banda juvenil más poderosa del mundo. Actualmente cuenta con aproximadamente 100.000 miembros dispersos entre Estados Unidos, Centroamérica, Canadá e incluso el Líbano.

Al igual que la Mara Salvatrucha –“salva” por salvadoreños y “trucha”, término que significa listo o espabilado-, muchas de estas pandillas nacieron como meras agrupaciones de ayuda mutua ante el desempleo y la marginación. Sin embargo, muy poco después se convirtieron en una especie de secta de jóvenes delincuentes, en donde el único denominador común era el empleo de la violencia a sangre fría.

Con este perfil a cuestas, los mareros pronto se erigieron como los distribuidores por excelencia de grandes cárteles del narcotráfico latinoamericanos. Actualmente, esta es su principal fuente de ingresos, aunque también obtienen dinero gracias al cobro de un “impuesto revolucionario” a diversas empresas y a los propios vecinos.


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