domingo, febrero 10, 2008

MARAS, UNA AMENAZA REGIONAL Parte 5

CIUDAD DE MÉXICO -- Como reality show, el programa "Desafio 10" de Guatemala parecería destinado a ser un fracaso: por dos semanas diez extraños viven en una casa donde estudian contaduría básica, mercadeo y relaciones públicas. Las cámaras permanecen encendidas mientras los jóvenes se hacen amigos y algunos se unen para hacer negocios.

Bastante aburrido todo hasta cuando uno se da cuenta de que los diez del Desafío 10 son ex miembros de algunas de las más tristemente célebres pandillas de las Américas - Mara Salvatrucha, 18 Street, White Fence y North Hollywood. Precisamente son los jóvenes que "todos quieren muertos o en la cárcel", asegura el creador del programa, Harold Sibaja.

Las pandillas juveniles representan el más grande reto a la estabilidad de Centro América desde cuando las guerras civiles devastaron a la región hace más de una década. También se han convertido en un reto policial en Estados Unidos. Los pandilleros están vinculados al narcotráfico y a miles de espantosos asesinatos desde Tegucigalpa hasta los suburbios de Washington D.C.

En Estados Unidos los gobiernos locales y estatales están adoptando leyes de tolerancia cero para castigar y encarcelar pandilleros. El año pasado, el Departamento de Seguridad Interna puso en práctica una campaña contra inmigrantes ilegales sospechosos de ser miembros de pandillas, deportándolos inmediatamente en vez de llevarlos ante cortes criminales estadounidenses.

Los gobiernos centroamericanos también han optado por una mano dura, arrestando a jóvenes ante la mínima sospecha de que pertenecen a una pandilla. Pronto los gobiernos de Guatemala y Honduras agregarán miles de militares a las fuerzas policiales para aplastar la violencia pandillera. Entre tanto algunos ciudadanos han tomado la justicia por sus propias manos, como ha estado sucediendo en Ciudad de Guatemala, y están matando pandilleros.

Los dueños de negocios son algunos de los más golpeados por la actividad pandillera. A menudo son víctimas de extorsión, viéndose obligados a pagar un "impuesto" a cambio de que los dejen tranquilos. La mayoría de los propietario ha reaccionado dejando de contratar a cualquier que haya estado vinculado a una pandilla. Para los antiguos miembros, que todavía llevan la prueba indeleble de su participación en sus tatuajes, las posibilidades de encontrar empleo son casi nulas.

Programado para salir al aire en marzo, "Desafío 10" ya debiera ser considerado significativo por el solo hecho de haber logrado unir elementos muy dispares. La Agencia para Desarrollo Internacional de Estados Unidos ayudó a poner a los pandilleros rivales bajo un mismo techo mediante una asignación de $15.000 dólares a Creative Associates Internacional, una firma consultora de Washington. Y el sector privado de Guatemala invirtió más de $50.000 dólares en dinero, equipos y tiempo.

Carlos Zúñiga, líder empresarial guatemalteco y mentor de cinco de los diez, era de los que estaban convencidos, como la mayoría de guatemaltecos, de que el problema pandillero solo podría resolverse policialmente. A través de su participación en el programa, sin embargo, llegó a descubrir que la mayoría de los pandilleros son de hecho víctimas de la pobreza, el abuso y el abandono, y que el empresario guatemalteco no puede darse más el lujo de ser vistos como "desalmado y sin conciencia social".

En una entrevista telefónica desde Ciudad de Guatemala Zúñiga dijo que "este es un tema de nación, de jóvenes que podrían ser mis hijos".

Los nuevos "hijos" de Zúñiga incluyen a Marcos "California" Pérez, de 26 años de edad, y Estuardo "El Seco" Valle, de 22. Pérez, quien se unió a la pandilla North Hollywood de Los Angeles a los 11 años, aterrizó en Guatemala a los 25 cuando autoridades estadounidenses lo deportaron tras haber cumplido casi tres años de prisión por vender drogas. Valle, también de 11 años cuando entró a Mara Salvatrucha, intentó dos veces dejar atrás la vida pandillera huyendo hacia Estados Unidos.

Ellos y otros participantes han tenido su propia transformación. Valle quedó sorprendido por la forma en que la gente a su alrededor estaba dispuesta a ayudarlo a aprender: "Esto es algo que no podía creer. La sociedad nos discriminaba pero ahora que han visto que hemos puesto de nuestra parte ... muchas personas nos están apoyando".

Durante la grabación del programa, los diez participantes se dividieron en dos grupos, cada uno con la tarea de empezar una pequeña empresa. Un grupo abrió un negoció de reparación y mantenimiento de calzado que ya ha empezado a tener cierto éxito, gracias a su ubicación ideal en uno de los edificios de oficinas más grandes de Ciudad de Guatemala. El otro grupo, el de Zúñiga, decidió empezar un servicio de lavado de autos. Aunque el negocio de lavado de autos ha estado más lento, tanto Zúñiga como Sibaja están convencidos de que eso cambiará una vez el programa salga al aire.

Inicialmente todos los participantes usaban máscaras para esconder su identidad durante la grabación. Pero a medida que fueron pasando los días todos con excepción de dos se las quitaron. Pérez, quien fue uno de los últimos en hacerlo, dijo que era miedo lo que lo había hecho dejarse la máscara más tiempo. Pero de repente, dijo, se cansó de llevarla puesta al darse cuenta que "no necesito estar escondiéndome, ya no soy un criminal".

Marcela Sanchez/Feb 23, 2006/washingtonpost.com



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